Al practicar deporte, sometemos a nuestro cuerpo a un esfuerzo que en ocasiones puede hacernos daño, provocándonos una fatiga más intensa de la deseada, derivando en la llamada, anemia del deportista.
Esa sensación permanente de cansancio, malestar general y la incapacidad de hacer determinadas actividades a la intensidad habitual, son algunos de los principales síntomas de que algo no está bien. El exceso de entrenamiento, el descanso insuficiente y una nutrición inadecuada son algunas de las posibles causas que pueden desembocar en anemia. Y sus principales consecuencias son:
- Reducción de la capacidad aeróbica
- Agotamiento
- Falta de apetito
- Calambres musculares
La hemoglobina es muy importante, ya que es una proteína imprescindible, parte principal de los glóbulos rojos y es especialmente determinante en el metabolismo aeróbico, por lo que también influye en los procesos de recuperación. No solamente cuando hacemos actividades con aeróbicas, sino también después de una sesión de fuerza. Su función más conocida es la de transportar el oxígeno por nuestro organismo, pero también es la encargada de llevar el Co2 hacia los pulmones para eliminarlo.
Por lo tanto, un déficit de la misma provocará que llegue menos oxígeno a los músculos y tejidos, lo que originará que nos cansemos antes.
La hemoglobina está formada por 4 moléculas de hierro, por lo que una carencia en nuestro organismo de este mineral, hará que la formación de nueva hemoglobina se ralentice drásticamente. La absorción del hierro es compleja, y a pesar de que esté presente en nuestra dieta, las cantidades que asimilamos son muy pequeñas.
La anemia también puede producirse por una deficiencia de ácido fólico y es necesario para la formación y crecimiento de glóbulos rojos. Aunque se halla muy disperso en los alimentos, como las verduras, algunas frutas, hígado, pero más del 50% se destruye en la preparación de los alimentos al cocinarlos. Las causas de la anemia suelen ser multifactoriales, y siempre es necesaria una valoración médica para su diagnóstico. Conocer las circunstancias que la provocan nos puede ayudar a prevenir la aparición de esta enfermedad.