Es indispensable mantener un nivel adecuado de micronutrientes para que nuestro cuerpo funcione, pero solemos tener claras las fuentes de hidratos, proteínas y grasas para repartirlo en la dieta, sin embargo, es más frecuente descuidar el aporte correcto de vitaminas y minerales.
Junto a las vitaminas A, E y L, la vitamina D forma el conjunto de vitaminas liposolubles. Reciben este nombre porque se encuentran en alimento con un contenido destacado de lípidos y la presencia de grasas es imprescindible para una absorción correcta de estas vitaminas. Es por esto que no es aconsejable restringir en exceso la presencia de lípidos en la dieta, ya que deportistas que restringen en la dieta tanto niveles energéticos, como determinados alimentos, corren más riesgo de tener niveles bajos de esta vitamina.
La vitamina D se encarga principalmente de mantener el equilibrio de dos minerales imprescindibles de nuestro organismo: el calcio y el fósforo. Los cuales juegan un papel determinante en la formación y mantenimiento de los huesos, la contracción muscular y diversos procesos celulares.
Sin vitamina D, solo se absorbe en el intestino delgado del 10 al 15% del calcio en la dieta y alrededor del 60% del fósforo.
Por esto es que la necesitamos para mejorar la absorción intestinal de estos minerales. Con la suficiencia de vitamina D, el intestino delgado absorbe, en promedio, el 30% del calcio en la dieta. Si existe una deficiencia de calcio durante el desarrollo y crecimiento del hueso causa la deformación ósea y si esta deficiencia se da en personas adultas se detiene el crecimiento óseo y la remodelación ósea causando osteoporosis.
Esta vitamina la obtenemos de la exposición a la luz solar de los alimentos y de los suplementos nutricionales. Una dieta rica en pescado graso previene la deficiencia de vitamina D, pero es necesario vigilar nuestra nutrición y nuestros hábitos para no provocar un déficit de esta vitamina imprescindible.